En un estrecho callejón, junto a un pub de barrio, en Londres, encontrarás un pequeño portón de hierro negro empotrado en una tapia de ladrillo. No tiene pomo, ni cerradura, ni rendijas junto a los bordes, pero si pones la mano encima la puerta se abrirá. De pronto estarás mirando un jardín en pleno esplendor, iluminado por el sol, y al fondo verás una antigua casa cubierta de hiedra, demasiado imponente para este barrio obrero y extrañamente grande a juzgar por el espacio que ocupa entre dos calles. Sus residentes te darán la bienvenida y te invitarán a entrar. Al principio no querrás irte. Más tarde descubrirás que en realidad no puedes. ¿Qué ocurre allí dentro? La respuesta te espera al final de las escaleras...
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